22 mayo 2006

De danzas y giros "suflé"...

Cada vez más, la posibilidad de bailar se ha transformado en una verdadera y sentida necesidad para mí, haciendose parte de mi vida de una manera impresionante, impredecible y catalizadora. La danza funciona como una alquimia que va transformando y catalizando los devenires del dia a dia.

A veces aparece como una danza que se le dedica a un otro (u otros), que vincula y toma la forma de un regalo, donde se comparte una creación, una ofrenda, donde lo que se entrega, finalmente, es una misma...

En el día a día, sin embargo, yo bailo para mí. Y ahí funciona una alquimia distinta. Bailar para sí misma es darse la posibilidad de expresión más libre que yo hubiera podido imaginar. Está más allá de utilizar la "técnica". Está más allá de "hacerlo bien". Está más allá que salga bonito, o feo, o gracioso. Todo eso pierde súbitamente su valor. Porque finalmente, en ese momento sólo existe la música y la expresión que una, cual médium, necesita darle. Y ocurre que muchas veces, el trance puede ser tal, que pareciera que desapareciera todo, y que danza/música/bailarina se fundieran en una sola y única cosa... A través de este "huracán alquimico" que puede resultar a veces, pasan y se limpian las pasiones, alegrías, nostalgias y broncas diarias, y el resultado final puede ser maravilloso, indescriptible y absolutamente recomendable...

No puedo dejar de mencionar la otra gran magia que puede adoptar la danza, en su manifestación de baile grupal, y que en sus mejores momentos, adopta aires de baile tribal, por el tipo de cosas que pueden pasar... La energía, la sinergia, la comunicación que se despliegan son poderosísimos y, por cierto, absolutamente entretenidos.

Finalmente, merece una mención aparte la danza de giros. Sin temor a exagerar, puedo decir que aprendiendo la técnica para no marearse (aunque marearse puede ser también delicioso), se puede estar minutos (y horas) girando y girando al ritmo (lento o rápido) de la música, alcanzando estados de conciencia bastante inimaginables. Los beneficios que las técnicas de danza sufís (o suflé en versión de un muy buen amigo mio) le han regalado a los danzantes del mundo son maravillosos y se agradecen. Además, vivir la experiencia de lo que significa estar en el centro del propio eje, girando y girando, sintiendo como uno se mueve vertiginosamente y al rato percibiendo que es el mundo entero el que gira y que uno en cambio está absolutamente quieto; no tiene comparación. Absolutamente Re-co-men-da-ble.

En realidad me siento en la necesidad de recomendar cualquier clase de danza, a cualquier hora, en las circunstancias, horas y lugares más insospechados, solos o acompañados, con o sin público, sabiendo o no bailar. Finalmente, el cuerpo siempre sabe. Y el que sabe, sabe...

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