09 diciembre 2006

Divagaciones sobre los Maestros...


Hace un par de años, soñé que estaba en la época medieval, y salía de castillo para internarme en el bosque. El sueño era muy vivido, sentía el crujir del puente levadizo, veía el agua estancada rodeando el castillo y sentía los olores húmedos del bosque. Yo era humilde, y tenía una preocupación profunda porque sabía que los reyes vecinos ansiaban las tierras de mi amado rey; y que él no podría enfrentar una guerra. En el pequeño reino en que habitaba no existia ejército ni defensas. No me dí cuenta como me interné en el bosque, hasta que sentí en mi espalda un aliento profundo y lleno de calor. Un ser oscuro, encapuchado completamente, a la manera de un monje temible y enorme estaba detrás mio y se aproximaba amenazadoramente a mí. Yo corrí con todas mis fuerzas, pero pronto descubrí que sus enormes zancadas me alcanzaban ya inevitablemente. Entonces llegué al claro del bosque donde se alzaba una cruz muy grande de madera. El último salto que dió mi cazador lo dejó delante mio, y en un movimiento rápido arranca la cruz del suelo y la divide rompiéndola, en los 2 palos que la componen. Me arroja el más chico y alza con fuerza el palo más largo para darme un golpe certero. Entonces reacciono, y con el palo pequeño, arrojado unos segundos antes, me protejo usándolo como improvisado escudo, que intercepta el golpe. Y entonces sucede lo sorprendente. El ser oscuro emite un mugido de aceptación por mi reacción, se detiene un segundo y luego alza nuevamente su arma. Y caigo en la cuenta que no me ataca, sino que me está entrenando. En ese acto onirico descubro la espada y el escudo, y comprendo que este oscuro ser es un maestro que me sorprende con un entrenamiento que luego debo trasmitir a mis compañeros...

La potencia de este sueño me dejó rebotando varios dias (hasta ahora, incluso). Y se conectó a una idea que escuché meses después, acerca de cómo las situaciones dificiles, las personas que nos complican la existencia o los problemas, pueden ser vistos como maestros, que, finalmente, nos están enseñando algo. Ver las cosas desde esa perspectiva es trastocar bastante la visión "normal" de las cosas. Y eso lo vuelve muy interesante, la verdad. Porque en plena vivencia de los problemas o de verse enfrentada a una situación conflictiva con alguien; buscar al maestro detrás le pone nuevos matices y permite tomar una distancia para valorar lo que en verdad se nos está jugando en dicha situación. Y se vienen nuevos descubrimientos, nuevas miradas, y las cosas, no siempre pero a veces, pueden tornarse más livianas, menos dramáticas o con nuevos sentidos. En mi experiencia, siento que algo se desanuda con ello...


Más allá de esta sui generis concepción de "maestro", el tema de los "verdaderos maestros" me ronda. De hecho suelo tomármelo con humor, porque, pese a mis enamoradas, entusiastas y apasionadas admiraciones por ciertas figuras luminosas, la adscripción ciega a las ideas de otro me resultan lejanas y ajenas. En este momento de la vida, me pasa, más bien, que valoro y admiro la sabiduría, o la luminosidad, o la genialidad; y que eso basta para mi acercamiento, mi entusiasmo, mi admiración a otro. Se trata de aceptar y recibir los regalos que otros nos dan. Pero cada vez menos eso me significa adscribir a sus dichos, en si mismos. La idolatría o la idealización de un otro, no tiene otro destino que una posterior caída de aquel a quien uno elevó. Y a estas alturas no me gusta ver caer a nadie (y menos tener yo que ver con eso...).

Porque en algún momento se me hizo necesario buscar criterios para diferenciar a un verdadero maestro de uno falso. Se veía tan peligroso confiar en un falso maestro y tan seguro confiar en uno verdadero, no? Y ahora siento que eso es poco necesario... Básicamente porque toda persona, por mentirosa que sea, también puede hablar desde la verdad o la autenticidad, o enseñarnos algo. Porque podemos descubrir algo gracias a cualquier, buena o mala, experiencia con alguien. Y principalmente, porque, encontrarnos con un "verdadero maestro" no puede significar una entrega ciega, ni una pérdida de nuestro propio camino. Cuando tenemos la gracia de encontrarnos con alguna persona genuinamente iluminada, profunda o sabia, lo que ganamos no es que ella pueda traspasarnos siquiera un ápice de su sabiduría o de su experiencia, sino que descubrimos que nuestro propio camino puede hacerse más luminoso, y más claro. Y que tiene un bello sentido recorrerlo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Pienso igual: aprender de todos sin encadenarse. un besito

Isabel Barceló Chico dijo...

Has contado estos pensamientos de una manera preciosa, ximena. Me ha gustado mucho ese sueño, cuando comprendes que lo que tomabas por una agresión era, en relidad, una lección. También yo pienso que podemos aprender de todo y de todos, y que esa actitud nos beneficia. Saludos cordiales.

Ximena dijo...

Gracias por la visita y los comentarios, Liliana e Isabel. Y que bueno coincidir en estas miradas...
Cariños,
Ximena

Anónimo dijo...

Interesante punto de vista y lo comparto contigo.

Grandes palabras que nos dejan enseñanza.

Saludos.

Anónimo dijo...

O como dijo Nietzsche: "Eso que no nos mata nos hace más fuertes".

O como bromeaba mi abuela: "Bicho que no ahoga, engorda".

Excelente lección la que impartes hoy.

Sólo una pregunta: ¿en qué medida podemos mantenernos independientes en la medida en que el ser acoge sentido en la alteridad?

Un saludo.

Ximena dijo...

Gracias por la visita Tara, nos visitamos!

Ximena dijo...

Buenos aportes de Nietzsche y de tu abuela,Manuel!! Sobre la independencia... tengo la sensaciòn que tampoco es posible. Más bien se trata de interdependencia, en la que nos vinculamos,afectamos e interconectamos con otros y otras. Y, finalmente, cada uno genera la combinación personal que más le hace sentido. Y que se está siempre construyendo...

Cariños y gracias por la visita!!
Xime

Anónimo dijo...

Me gusta interdependencia!